Unir operaciones y sumar fortalezas es la consigna de diversas líneas aéreas. El objetivo es optimizar el negocio y disipar los vientos cruzados en un mercado mundial que remonta vuelo y prevé, este año, beneficios estimados de 8.900 millones de dólares
¿Fusionarse u operar en solitario? En los últimos años, la primera opción ha sido la tendencia adoptada por diversas líneas aéreas en el orbe al considerar que la conjunción de sus fortalezas favorece la minimización de sus debilidades. Y es que revigorizar los motores para propulsar el negocio es casi ineludible.
En efecto, en 2010, la fusión es la travesía emprendida por Continental Airlines y United Airlines, British Airways e Iberia y LAN y TAM, tal como lo hicieron en años anteriores, bajo modalidades de negocio específicas, Gol y Varig, Delta y Northwest y Avianca y Taca, por ejemplo. Han nacido, así, gigantes de la aviación que enfilan sus alas en un mercado con signos evidentes de recuperación, aunque no hay que olvidar que aún existen ciertos nubarrones en el horizonte debido a la crisis mundial reciente –que, globalmente ya ofrece un rostro más sano– y los altibajos propios de la industria en la primera década de este siglo.
Más que sobrevivir, en un mercado que remonta vuelo, la estrategia de fusionarse va tras el crecimiento. Y, claro, enfrentar la competencia. El ajuste de costos, la mejora de las operaciones y el aprovechamiento de la plataforma contribuyen a que las aerolíneas en alianza capten mayores dividendos de la torta mundial.