Laura sabe que cada ida al
mercado puede significar al año cientos de bolsas convencionales de plástico que
usa para transportar alimentos a su hogar e, incluso, para la posterior recolección
de la basura que genera su familia día a día. Y también es consciente de que
esa cantidad, junto a la de millones de personas en el mundo, representa un grave
daño para los seres vivos.
Sin embargo, desde hace más de dos
años, esta ama de casa –que bien personifica a muchos ciudadanos venezolanos–
se siente orgullosa de contribuir a minimizar el impacto ambiental que
ocasionan las bolsas plásticas. Ella utiliza las denominadas bolsas oxo-biodegradables,
gracias a la iniciativa de sustitución progresiva que implementaron varias
cadenas de supermercados.
Los estudios revelan que una
bolsa convencional pueden demorar hasta 300 años en desintegrarse en la
naturaleza. En cambio, en las oxo-biodegradables el proceso se activa a los doce
meses y culmina en dos años aproximadamente, en presencia de agentes externos
como luz solar, calor, humedad y oxigeno, ente otros.