El venezolano navega entre las aguas de este modelo ideológico
que comenzó a implantarse desde hace doce años y los caudales del
consumismo cimentado por décadas ¿Qué entorno sortea día a día y cómo son sus actitudes y comportamientos en la Venezuela de hoy?
Más
de una década lleva en gestación el denominado “Socialismo del siglo
XXI” en suelo criollo. Y durante este tiempo muchos venezolanos,
consumistas por naturaleza, vienen preguntándose cómo se acopla ese
nuevo modelo político-económico-social a su cotidianidad, esa en la que
hacerse de bienes y servicios parece ser el norte. Menuda paradoja.
Sin caer en debates bizantinos sobre los aportes del socialismo del
gobierno del Presidente Hugo Chávez –que sí los hay– o de sus desafueros
–que también existen–, es de todos conocidos que hasta el año 2008, y
con marcada tendencia creciente en los tres años precedentes, en
Venezuela se vivió “la fiesta del consumismo”. Pero los avatares de la
crisis mundial y los torbellinos de nuestra realidad hicieron mella en
los indicadores radiantes de la economía nacional.
Es así como desde 2009 el consumo privado ha venido en picada. Esto,
entre otras razones, ha sido el resultado de una inflación sostenida,
flagelo que ha mermado el poder adquisitivo de los bolsillos de quienes
habitan en esta ribera del Arauca vibrador. Hay quienes acusan a ese
“socialismo en progreso” de los males de la República y, en
contrapartida, están los que atribuyen al “capitalismo salvaje”
(nacional y foráneo) el origen de las penurias. Lo cierto es que, ya sea
uno u otro caso, el venezolano común todavía parece seguir disfrutando
de la compra de los más diversos productos, bienes y servicios. O, al
menos, de los que encuentre.
Así las cosas y en el momento país actual, cabe preguntarse si los
connacionales han adoptado el socialismo en sus patrones de consumo y
cuáles son sus actitudes y hábitos de compra en la Venezuela de hoy. Que
se inicie el despeje.
Para sentirse mejor
¿Cómo se puede caracterizar a un consumidor que vive en una economía
cuyo modelo económico, social y político se define como socialista?
A quemarropa, Luis Vicente León, socio-director de la empresa de
investigación de mercados Datanálisis, aborda la interrogante: “El
gobierno venezolano se define como socialista, pero la población es
consumista. Cuando se le pregunta qué es lo bueno del socialismo, las
personas señalan que lo positivo es que brinda la posibilidad de
incrementar el dinero en el bolsillo. ¿Y para qué? Para comprar”.
El economista, al ser consultado por PRODUCTO durante el evento
“Tendencias de consumo” realizado por la Cámara Venezolana Americana de
Comercio e Industria (Venamcham), considera que el consumo tiene su
huella bien marcada en la historia de nuestro país, ya sea socialista o
capitalista. “El venezolano es consumista y, por lo tanto, la oferta
política termina adaptándose a él. Acá no aplica el argumento de que
vamos hacia el socialismo y que existe o vendrá ‘el hombre nuevo’ y, en
consecuencia, no vamos a consumir”, detalla.
Igualmente, León sostiene que los mayores momentos de conexión que ha
tenido el Primer Mandatario Nacional con la masa, han sido cuando el
gobierno ha generado aumento en el circulante, y ese dinero ha permitido
que la población “se sienta mejor al consumir más”.
Por otro lado, hay que tener presente que el venezolano es un
consumidor que sustenta tanto su afinidad por los productos como sus
decisiones de compra en la experiencia y la aspiracionalidad, aunado a
la calidad de lo que se oferta, tal como lo afirma Alie Charr,
vicepresidenta regional comercial de la consultora Datos. Y este
comportamiento, que bien podría decirse forma parte de la genética
nacional, se sigue verificando en la Venezuela de hoy, una nación que
transita por el camino del socialismo.
Incluso, a pesar de la situación económica actual del país y los
aspectos ideológicos que se tratan de inyectar, la mayoría de la
población se inclina hacia actitudes que encajan en el modelo
consumista.
Según el estudio Pulso Consumidor de Datos, levantado entre febrero y
marzo de este año, 61% está de acuerdo en adquirir marcas reconocidas,
63,8% en mantenerse al día con la última moda y 64,1% se fija más en la
calidad que en el precio al momento de comprar. Esa disposición
preponderante es un poco mayor a la existente en el año 2010, cuando
cada variable reportó 55,5%, 58,7% y 62,1%, respectivamente.
Sin embargo, el director de Datanálisis acota que el consumidor se
muestra ahora más sensible a los precios (a excepción de rubros como la
tecnología) y evalúa más cuánto cuestan los productos. “Pero la
sensibilidad a este factor se reduce cuando existe desabastecimiento, ya
que se termina comprando lo que se consiga y al precio que sea”, dice.
A frenar la inflación
¿Cómo es el entorno macroeconómico en el que navega el venezolano?
Mes a mes, el anuncio del Banco Central de Venezuela en materia de
Índice de Precios al Consumidor está entre los más esperados para dar
algunas luces al respecto. Sus reportes son una especie de confirmación
de “la sensación” popular de que hay “un hueco en la cartera y el dinero
no alcanza” cuando se va al supermercado.
Lápiz afilado. De enero a junio de 2011, de acuerdo con el instituto
emisor, la inflación acumulada es de 13%, que representó 3,3 puntos
porcentuales menos con respecto al mismo período del año anterior. La
medición anualizada, al cierre del primer semestre de este año, es de
23,6%, cifra que “está lejos del 31,3% observado en junio 2010”, indica
el BCV en su comunicación oficial. La inflación de 2010 fue de 27,2%.
No obstante, al analizar los números de los 13 grupos que conforman
el Índice Nacional de Precios, para el lapso junio 2010 - junio 2011,
surge otra cara en el espejo. Para este año, el gobierno aspira a anclar
la inflación en 25%, pero ya seis categorías superaron esa meta:
bebidas alcohólicas y tabaco con 34,4%, bienes y servicios diversos,
30,9%; restaurantes y hoteles, 28,3%; transporte, 28%; salud, 27% y
equipamiento del hogar con 25,7%. El sensible grupo de alimentos y
bebidas no alcohólicas se ubicó en 22,3%.
Ante este panorama, el Ejecutivo Nacional se dispone a combatir la
inflación. El pasado 18 de julio oficializó en gaceta el Decreto con
Rango Valor y Fuerza de Ley de Costos y Precios Justos para “establecer
las regulaciones, así como los mecanismos de administración de control
necesarios para mantener la estabilidad de precios y propiciar el acceso
a los bienes y servicios a toda la población en igualdad de
condiciones”, según reza en el capítulo I del instrumento. Todo ello “en
el marco de un modelo económico y social que privilegie los intereses
de la población y no del capital”.
Vale mencionar que el vicepresidente ejecutivo de la República, Elías
Jaua, al anunciar la ley, declaró que “no vamos a regular todos los
productos, solo los que son esenciales para la vida de la familia. No se
incluyen cigarrillos ni alcohol, tampoco carros lujosos, eso no nos
interesa. Vamos a regular alimentos, medicamentos, materiales de
construcción y vivienda, educación, textiles, uniformes escolares y
útiles, calzado, entre otros”.
Aún es muy temprano para conocer el impacto de esta ley en
consumidores y oferentes, ya que entrará en vigencia luego de 90 días
hábiles de su publicación. Sin embargo, mientras el gobierno expone las
virtudes de este mecanismo, diversos sectores económicos avizoran que la
regulación no es lo más adecuado. La controversia usual.
Soy optimista
En todo caso, hay que considerar que la inflación siempre golpea el
poder adquisitivo de los sectores de menores recursos. En este sentido,
para el primer trimestre de este año, 80% de los consumidores
venezolanos se ubican en los niveles socioeconómicos D y E, según
estudio de Datanálisis presentado en junio pasado. El estrato E está
integrado por 44,15% de la población; el D, por 35,85%; el C, por 17,69%
y el AB, por 2,3%.
Si bien desde Miraflores se esgrime que, con el socialismo, la
población pobre ha descendido significativamente, a decir del director
de Datanálisis los indicadores son muy similares a los de 1999, cuando
40,8% pertenecía a la clase E y 37,9% a la D.
“Esto indica que no es cierto lo que dice el gobierno sobre la
maravilla que han sido en estos doce años para resolver los problemas de
pobreza. Pero tampoco es cierto lo que dice la oposición, que estos han
sido los peores doce años de la historia del país”, desmenuza León.
Otro indicador importante que influye en la realidad del consumidor
es el salario real. Este ha caído 17,5% en los últimos cuatro años,
según la consultora.
En esta radiografía, también hay que considerar el índice de
confianza del consumidor, el cual se sustenta en la situación económica
familiar, las expectativas a futuro y la posibilidad de compras de
bienes duraderos. En febrero de 2011 este indicador se situó en 41,2%,
en claro descenso al registrado en diciembre de 2008, cuando alcanzó
53,9%, apunta el economista. “Lo que más ha caído en el índice de
confianza es disposición a comprar bienes duraderos que pasó de 45% en
2008 a 28,6% para el segundo mes de este año”.
No obstante, la naturaleza optimista del venezolano sale a relucir.
El estudio Pulso Consumidor de Datos, señala que, al comparar su
situación económica actual con la de hace un año, 29,3% de los
consultados percibe que es mejor o igual de buena y 28,5% expresa que es
peor o igual de mala. En 2011, en contraparte, los números de esas dos
variables eran 20,1% y 32,5%, respectivamente.
Una tendencia similar se da cuando se analiza la perspectiva del
futuro. Este año, 30,5% piensa que su situación económica y la de su
familia en los próximos seis meses será mejor o igual de buena y 25,5%
será peor o igual de mala. Esto, de algún modo, representaría una
“mejora” frente al año pasado, cuando los números eran 22,3%, en el
primer caso, y 31,2% en el segundo.
¿Qué viene?
En contraste con los últimos años, se espera que al cierre de 2011 se
logre una recuperación del consumo. 2010 registró una descenso de 1,9% y
en 2009, el desplome fue de 2,9%; sin embargo, para finales de este
año, Datanálisis, proyecta un crecimiento por el orden de 3%.
¿Cómo será esto posible si el poder adquisitivo del venezolano viene
en caída libre? León expone su hipótesis: “La razón fundamental por la
que estamos esperando esto radica en que, a pesar de la hostilidad del
gobierno contra el sector privado –que afecta la generación de empleo y
actividad económica–, hay que tomar en cuenta que hubo un incremento
significativo en el ingreso petrolero y que el gobierno tiene la
necesidad de gastar más plata e importar mercancías para tratar de
generar una ilusión de mejora perceptual en el votante, de cara a las
elecciones de 2012”.
El economista, de igual modo, prevé que el Producto Interno Bruto
crecerá entre 2% y 3% y que la inflación podría ubicarse en 30%.
¿Cómo se seguirá moviendo el consumidor en estas aguas? ¿Continuará
adquiriendo productos, bienes y servicios a “su aire” en tiempos de
socialismo? Bien ha sabido el venezolano sortear muchas incógnitas en su
día a día. Amanecerá y veremos.
Publicado en: Revista Producto
Sección: Informe Especial
Autor: Gloria Calderón
Fecha de publicación: Julio 2011
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